Aprender a Obedecer
Lunes 2 de octubre, 2023
Al Servicio de la Comunidad Profesional y de Negocios
APRENDER A OBEDECER
En el siglo XI, el rey Enrique III llamado "El León" que gobernó Baviera y Sajonia, se encontraba exiliado en la corte de su suegro Enrique II de Inglaterra, por una persecución emprendida por su otrora amigo y aliado el Emperador Federico Barbarrosa.
Enrique se cansó de sus responsabilidades como rey, de las presiones de la política internacional y de lo mundanal de la vida de la corte por lo que hizo una solicitud de admisión al monje Ricardo de un monasterio local para ser aceptado como huésped, y así pasar allí el resto de su vida en oración y meditación.
-"Vuestra majestad, ¿Comprenderá que la promesa aquí es de obediencia? Esto va a ser muy difícil para usted, dado que ha sido rey" -le respondió el monje Ricardo.
-"Comprendo" - dijo Enrique-, "el resto de mi vida le voy a obedecer a usted, mientras Cristo lo guíe".
-"Entonces le diré lo que tiene que hacer. Vuelva a su trono y sirva fielmente en el lugar que Dios lo puso" -le respondió el monje.
Después de esto el rey Enrique recuperó su determinación y luchó hasta lo último por recuperar sus dominios y hacer la paz con sus enemigos.
Cuando murió fue enterrado en la Catedral que levantó en Brunswick, y se escribió lo siguiente en su honor:
"Al ser obediente, el rey aprendió a gobernar".
REFLEXIÓN
En mi vida he conocido las bendiciones de la obediencia y las maldiciones de la desobediencia. Enrique III fue un aguerrido rey que luchó toda su vida por afirmar el poder y prestigio de su reino en esta tierra. Fue juzgado en ausencia y despojado de lo que había conquistado varias veces y siempre se levantó para recuperarlo. Al final de sus días se retiró con su esposa a una vida donde primaba la oración, y el patrocinio de las artes y la cultura.
Enrique III aprendió de una manera difícil que la obediencia bendice pero incluye un precio a pagar. No podemos dejar que nuestra ambición personal supere nuestra obediencia a los principios que hemos aceptado voluntariamente y cuyo cumplimiento en espíritu y verdad agrada a nuestro Supremo Rey. Jesús, el Hijo de Dios, debió hacerse obediente hasta la muerte para poder cumplir su misión y restablecer el acceso al Padre siendo El puente de quienes quisiera creer y por lo tanto, obedecer.
No hablo de reglas absurdas, o legalismo. Hablo de principios que trae libertad y paz a nuestra vida, cuando los convertimos en los valores que determinan nuestro proceder y palabras. Los mandamientos deben obedecerse, pero no solo en palabras sino con convicción viviéndolos cada día. Obedecer los principios correctos nos lleva a ser persona de bendición y de bien a otros.
Lo contrario también es cierto. La obediencia a principios incorrectos nos descarrían y dañan todo lo que tocamos. La obediencia se forja como los hábitos, un paso a la vez, pero consistentemente, tratando de vivir mas cada día lo que creemos y decimos creer.
FRASE DE PODER
Siempre hay recompensa en la obediencia
ESCRITURA
Proverbios 10:8 (LBLA)
"El de sabio corazón acata las órdenes, pero el necio y rezongón va camino al desastre"
Me imagino que hay personas de autoridad sobre tu vida a quienes te cuesta obedecer. Pero sino aprendemos obediencia, nunca seremos perfeccionados, nuestro carácter será débil y nuestra integridad será comprometida diariamente por cualquier gratificación barata. Hoy tienes una oportunidad de oro. No puedes esperar ser de influencia a otros, si tu mismo no sabes obedecer ni reconocer autoridad.
Oro para que aprendamos juntos a obedecer,
Juan Carlos Flores Zúñiga
FUNDACIÓN LIDERINNOVA
-"Vuestra majestad, ¿Comprenderá que la promesa aquí es de obediencia? Esto va a ser muy difícil para usted, dado que ha sido rey" -le respondió el monje Ricardo.
-"Comprendo" - dijo Enrique-, "el resto de mi vida le voy a obedecer a usted, mientras Cristo lo guíe".
-"Entonces le diré lo que tiene que hacer. Vuelva a su trono y sirva fielmente en el lugar que Dios lo puso" -le respondió el monje.
Después de esto el rey Enrique recuperó su determinación y luchó hasta lo último por recuperar sus dominios y hacer la paz con sus enemigos.
Cuando murió fue enterrado en la Catedral que levantó en Brunswick, y se escribió lo siguiente en su honor:
"Al ser obediente, el rey aprendió a gobernar".
REFLEXIÓN
En mi vida he conocido las bendiciones de la obediencia y las maldiciones de la desobediencia. Enrique III fue un aguerrido rey que luchó toda su vida por afirmar el poder y prestigio de su reino en esta tierra. Fue juzgado en ausencia y despojado de lo que había conquistado varias veces y siempre se levantó para recuperarlo. Al final de sus días se retiró con su esposa a una vida donde primaba la oración, y el patrocinio de las artes y la cultura.
Enrique III aprendió de una manera difícil que la obediencia bendice pero incluye un precio a pagar. No podemos dejar que nuestra ambición personal supere nuestra obediencia a los principios que hemos aceptado voluntariamente y cuyo cumplimiento en espíritu y verdad agrada a nuestro Supremo Rey. Jesús, el Hijo de Dios, debió hacerse obediente hasta la muerte para poder cumplir su misión y restablecer el acceso al Padre siendo El puente de quienes quisiera creer y por lo tanto, obedecer.
No hablo de reglas absurdas, o legalismo. Hablo de principios que trae libertad y paz a nuestra vida, cuando los convertimos en los valores que determinan nuestro proceder y palabras. Los mandamientos deben obedecerse, pero no solo en palabras sino con convicción viviéndolos cada día. Obedecer los principios correctos nos lleva a ser persona de bendición y de bien a otros.
Lo contrario también es cierto. La obediencia a principios incorrectos nos descarrían y dañan todo lo que tocamos. La obediencia se forja como los hábitos, un paso a la vez, pero consistentemente, tratando de vivir mas cada día lo que creemos y decimos creer.
FRASE DE PODER
Siempre hay recompensa en la obediencia
ESCRITURA
Proverbios 10:8 (LBLA)
"El de sabio corazón acata las órdenes, pero el necio y rezongón va camino al desastre"
Me imagino que hay personas de autoridad sobre tu vida a quienes te cuesta obedecer. Pero sino aprendemos obediencia, nunca seremos perfeccionados, nuestro carácter será débil y nuestra integridad será comprometida diariamente por cualquier gratificación barata. Hoy tienes una oportunidad de oro. No puedes esperar ser de influencia a otros, si tu mismo no sabes obedecer ni reconocer autoridad.
Oro para que aprendamos juntos a obedecer,
Juan Carlos Flores Zúñiga
FUNDACIÓN LIDERINNOVA
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