Preparación Extrema
Maná del Líder
Lunes 23 de Noviembre, 2020
Al Servicio de la Comunidad Profesional y de Negocios
Una de las competencias más conocidas en la historia moderna fue el intento de dos consumados exploradores por ser la primera persona en llegar al polo Sur,en la Antártida. Roald Amundsen y Robert Falcon Scott tenían el mismo objetivo, sin embargo sus enfoques fueron distintos, y por ende, sus frutos.
Amundsen se preparó para cualquier eventualidad que pudiera salir mal; Scott confió en el mejor escenario posible. Sólo llevó consigo un termómetro para el viaje y se puso furioso cuando se le rompió. Amundsen se llevó cuatro termómetros. Scott almacenó una tonelada de comida para sus diecisiete hombres. Amundsen almacenó tres toneladas.
Scott escondió suministros para el viaje de regreso en un solo sitio, marcado por una sola bandera, lo que significaba que si se desviaba aunque fuera una pequeña fracción de su ruta, su equipo no podría encontrarlos. Amundsen, por el contrario, plantó veinte banderas, con kilómetros de distancia entre cada una, para asegurarse de que su equipo las vería. Roald Amundsen se preparó diligentemente, y leyó obsesivamente para su travesía, en cambio Robert Falcon Scott hizo lo mínimo necesario.
Mientras que Amundsen contempló descansos y amortiguadores en su plan, Scott esperaba que se dieran las condiciones ideales. Mientras que los hombres de Scott sufrieron por fatiga, hambre y congelamiento, el viaje del equipo de Amundsen se llevó a cabo relativamente (considerando las circunstancias) sin problemas.
Amundsen se preparó para cualquier eventualidad que pudiera salir mal; Scott confió en el mejor escenario posible. Sólo llevó consigo un termómetro para el viaje y se puso furioso cuando se le rompió. Amundsen se llevó cuatro termómetros. Scott almacenó una tonelada de comida para sus diecisiete hombres. Amundsen almacenó tres toneladas.
Scott escondió suministros para el viaje de regreso en un solo sitio, marcado por una sola bandera, lo que significaba que si se desviaba aunque fuera una pequeña fracción de su ruta, su equipo no podría encontrarlos. Amundsen, por el contrario, plantó veinte banderas, con kilómetros de distancia entre cada una, para asegurarse de que su equipo las vería. Roald Amundsen se preparó diligentemente, y leyó obsesivamente para su travesía, en cambio Robert Falcon Scott hizo lo mínimo necesario.
Mientras que Amundsen contempló descansos y amortiguadores en su plan, Scott esperaba que se dieran las condiciones ideales. Mientras que los hombres de Scott sufrieron por fatiga, hambre y congelamiento, el viaje del equipo de Amundsen se llevó a cabo relativamente (considerando las circunstancias) sin problemas.
El polo sur fue alcanzado por el equipo noruego de Amundsen el 14 de Diciembre de 1911, 35 días antes que la expedición de Scott. Amundsen levantó en pleno polo su campamento, llamado Polheim. Decidió dejar una tienda con una carta en su interior, que daría testimonio de su logro en el caso de que su equipo no pudiese regresar al navío Framheim que lo llevaría de regreso a casa.
La expedición de Scott, bastante desafortunada, alcanzaría el polo 34 días después. Amundsen terminó el viaje con éxito. Scott y su equipo murieron de forma trágica realizandolo.
La expedición de Scott, bastante desafortunada, alcanzaría el polo 34 días después. Amundsen terminó el viaje con éxito. Scott y su equipo murieron de forma trágica realizandolo.
REFLEXIÓN
La preparación extrema muestra sus frutos en los negocios donde diversos autores han demostrado que las empresas mejor preparadas prosperan aun bajo las circunstancias más adversas, mientras que aquellas que son negligentes no lo logran. De hecho las que prosperan a pesar de todo no lo hacen porque tengan mejores habilidades para predecir el futuro que sus competidores, sino que mas bien porque reconocen que no pueden predecir el futuro se preparan mejor.
Los seres humanos no somos muy diferentes de las organizaciones de las que formamos parte, sea del área de los negocios, instituciones, o iglesias. En cualquier área de la vida encontramos muchos seres humanos, sean creyentes o no, que subestiman el tiempo que les tomará terminar un trabajo, adquirir una destreza, cambiar un hábito, superar una pérdida, perdonar a alguien que los ha herido, sanar de una dolencia y hasta prepararse para una carrera o ministerio.
Es rampante indistintamente del origen, cultura o religión, la práctica de sobreestimar lo que podemos hacer en un año y subestimar lo que podemos hacer en diez años. Nuestras metas suelen ser irreales, inválidas, no medibles y poco claras. Esto es lo que Daniel Kahneman llama la "falacia de la planeación" y que en unos pasajes de la Biblia se llama "afán" y en otras partes "pereza".
Unas veces queremos obtener éxito a nuestra manera sobreestimando lo que podemos hacer en nuestras fuerzas y otras veces asumimos que no nos corresponde hacer nada porque Dios está a cargo. Ambas son falacias que nos alejan del propósito de Dios y covierten nuestras vidas en indisciplinadas, sin propósito y fantasiosas.
No debe extrañar que tanto personas cristianas como ateas, lleguen tarde a sus reuniones, entreguen tarde sus tareas, retrasen el pago de sus obligaciones, y hasta incumplan sus promesas. No puede haber integridad cuando vivimos bajo falsas expectativas, bajo una falacia de la planeación.
Cuando te comprometas a hacer algo, debes prepararte con diligencia. No supongas que todo saldrá como imaginas, sino que contempla márgenes de hasta un 50% de variación por la ocurrencia de errores, problemas imprevistos y circunstancias adversas. Como creyentes no podemos cambiar el pasado, ni predecir el futuro, pero si se nos ha dado el presente para administrarlo (mayordomía) con diligencia, como si fuera un préstamo y un fideicomiso del cual daremos cuenta un día a Dios.
Cuando jugamos a Dios actuamos con arrogancia, y creemos que el universo gira alrededor nuestro. Eso causa que casi nunca estemos debidamente preparados para que vendrá. El universo gira más bien alrededor de Dios, y sin El estamos perdidos. Hagamos nuestra parte, preparémonos con excelencia y Dios entonces hará lo imposible.
Una fe sin frutos, es una fe estéril
ESCRITURA:
Jeremías 29:11 (NVI)
"Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza."
Tal vez te preguntas porque no eres como Amundsen sino como Scott. Esa es la pregunta equivocada. Cada uno tiene la obligación de conocerse a sí mismo, y ser quien Dios le ha llamado a ser. Nuestro manual de viaje es la Biblia, y cuando no la estudiamos ni la vivimos no aprenderemos de nuestros pecados y fracasos, y estaremos condenado a repetirlos con la vana esperanza de que no se repitan más, solo una persona sin cordura piensa que las circunstancias cambian cuando seguimos tropezando con la misma piedra.
Oro para que esta semana abras tu mente y tu corazón, y empieces a practicar la preparación extrema.
Juan Carlos Flores Zúñiga
FUNDACION LIDERINNOVA
"Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza."
Tal vez te preguntas porque no eres como Amundsen sino como Scott. Esa es la pregunta equivocada. Cada uno tiene la obligación de conocerse a sí mismo, y ser quien Dios le ha llamado a ser. Nuestro manual de viaje es la Biblia, y cuando no la estudiamos ni la vivimos no aprenderemos de nuestros pecados y fracasos, y estaremos condenado a repetirlos con la vana esperanza de que no se repitan más, solo una persona sin cordura piensa que las circunstancias cambian cuando seguimos tropezando con la misma piedra.
Oro para que esta semana abras tu mente y tu corazón, y empieces a practicar la preparación extrema.
Juan Carlos Flores Zúñiga
FUNDACION LIDERINNOVA
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